Ramón Acín, anarquista, maestro, periodista y artista nació en Huesca un 30 de agosto de 1888 y fue cruelmente asesinado por el fascismo el 6 de agosto de 1936.
Su vida en Huesca
transcurre entre sus clases, su dedicación al arte y su militancia en la CNT
que le costó cárcel, exilio y finalmente su muerte y la de su mujer.
Hoy en día se le
recuerda más vinculado a su obra artística, tanto pictórica como escultórica,
que a su vida militante. Pero ni su obra ni su magisterio podrían entenderse
plenamente al margen de su implicación en el movimiento libertario.
El 18 de julio de 1936,
como representante de la CNT, es una de las personas que van a reunirse con el
Gobernado de la capital oscense para pedir armas y lealtad a la República. Con
falsas promesas se retira a su domicilio. La traición y mentiras del Gobernador
harían que Huesca cayera en manos fascistas al día siguiente. Ramón se ve
obligado a esconderse en un hueco tras un armario junto a su mejor amigo Juan
Arnalda. Cansado de ver cómo los falangistas maltrataban a su mujer en busca de
información sobre su paradero, Acín tomó la resolución de entregarse. Antes, le
dibujó a Arnalda un bigote para que pudiera escapar camuflado en la noche. Arnalda
murió en Francia en 1977; Acín, en las tapias del cementerio de Huesca unos
días después, el 6 agosto de 1936. A pesar de haberse entregado para evitar las
torturas a su mujer Conchita Monrás, los falangistas también se la llevaron
detenida y fue asesinada el 23 de agosto junto a otras 94 personas.
Ramón fue una persona
querida y recordada. Dejó una huella profunda entre sus alumnos, en especial en
Francisco Ponzán, héroe durante la II Guerra Mundial, que llegó a pedir ser
enterrado junto a su maestro; las tropas nazis lo asesinaron y quemaron a las
afueras de Toulouse impidiendo cumplir su deseo. Pero antes de tan siniestro
final, Paco homenajeó a su manera a su maestro y amigo: en noviembre de 1941 se
infiltró junto a otros compañeros en Barcelona y llevaron a cabo una acción en
recuerdo de Acín y Durruti repartiendo decenas de pajaritas para que los y las
barcelonesas se las pusieran en la solapa.
Las Pajaritas es quizá
el monumento más conocido de Ramón, erigido en el Parque de Huesca el año 1929.
Cuando el autor supo de la intención del Ayuntamiento de Huesca de construir un
parque en la ciudad, escribió lo siguiente: "Las aguas, las escuelas, los árboles. He aquí los tres problemas
capitales de la ciudad. Todo para los niños, la higiene, la cultura, la alegría
y la salud. Los niños son la única esperanza de un mañana mejor". Las
Pajaritas sobrevivieron a la guerra y la dictadura y siguen presentes hoy en
día en el Parque.
Para recordar a Ramón,
queremos rememorar la acción de Paco Ponzán mezclando lo analógico y lo
virtual. Animamos a la gente a ponerse una pajarita de papel en la solapa o en
la terraza de un bar, o en su mesa de trabajo pero también a poner la imagen
que adjuntamos en los perfiles de las redes sociales, de WhatsApp a Facebook,
Twitter...
Que la crueldad del
fascismo no logre borrar su recuerdo.
ATENEO PACO PONZÁN